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 carlaMati

 

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Tablet usada como lupaUn amigo me contó que tuvo una charla en un centro especializado en baja visión. Le comentaron que lo que yo hago va en contra de sus intereses, debido a que enseño a usar las tecnologías de consumo como instrumentos de apoyo para la visión sin costes y repercute en sus ventas. Por ejemplo el realizar una lupa televisión con una cámara conectada al televisor, o convertir un teléfono móvil en una lupa electrónica de bolsillo.

La verdad, me apenó oírlo. Hay personas con baja visión o familiares con poder adquisitivo que preferirán comprar las ayudas ópticas prescritas, pero a una gran mayoría les es difícil la adquisición de ayudas tan caras, por no decir imposible. Y las personas mayores son las más desfavorecidas.

Sabemos que la población de personas con baja visión es pequeña, se fabrican muy pocos dispositivos y esta situación no minimiza costes, por ello los precios son altos. Es preciso recalcar que vivimos en una época en que las tecnologías de consumo forman parte de nuestras vidas y el acceso a la información se realiza de forma inmediata. Y no es necesaria mi ayuda para que una persona con baja visión busque posibles soluciones de bajo coste. Como los estudiantes cuando usan sus móviles para ver el texto escrito en las pizarras de las aulas a modo de lupa electrónica.

 

Todos tenemos intereses.

Es necesario recalcar que a los productos de apoyo específicos para las personas con baja visión se les aplica un impuesto del 10% ó 21%, y a los productos que no están relacionados con la visión un 4%. Al mismo tiempo el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, a través de las prestaciones de la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud (SNS) financia totalmente los productos específicos a personas con discapacidad, sin embargo en dicha cartera no están incluidos los productos específicos para la visión.

En mi opinión las personas con baja visión están quedando al margen de los movimientos de derechos humanos y permanecen inmóviles en una posición de clara desventaja en la sociedad. Como se puede entender cuando los productos de apoyo para las personas con discapacidad visual no sólo no están financiados sino que además el impuesto que se aplica por la compra de cualquier producto tiene un impuesto superior.

Si a los productos de apoyo para las personas con discapacidad visual se les aplicara el impuesto superreducido y estuvieran financiados, la pregunta que me podría hacer sería ¿se venderían más? Es obvio que dichas condiciones favorecerían que estuvieran más al alcance y su venta sería positiva para los centros especializados en baja visión. Pero esa no es la pregunta correcta porque se responde sola. La cuestión es ¿qué les impide a los centros especializados en baja visión el reclamar el mismo trato a los productos que ellos proporcionan, que a las ayudas técnicas del resto de sectores de discapacidad?

Después de escuchar que «lo que yo hago va en contra de sus intereses» salí con una sensación extraña. Entiendo que los centros especializados en baja visión han de obtener ingresos para poder subsistir. Lo que no entiendo es que yo esté en el punto de mira y no lo estén la calidad de vida de sus pacientes.

 

Pero ¿qué pasa con las personas con baja visión?

Las personas con discapacidad visual quedan verdaderamente frustradas cuando se trata de adquirir productos que les ayuden en sus tareas diarias. Bien por los precios o por el desconocimiento. Una persona especializada en baja visión ha de estar sensibilizada para entender a sus clientes. Tanto a los que saben lo que quieren, como a los que no conocen nada de ayudas técnicas para la visión. Es el profesional de rehabilitación visual imprescindible para prescribir productos y tratar a individuos con una grave deficiencia visual para su integración social.

Mientras tanto, nos podemos encontrar casos como el que una empresa de distribución realizó una consulta a la Dirección General de Hacienda (Consulta vinculante V3308-17). Deseaban conocer el tipo impositivo aplicable a una cámara inteligente montada en el marco de las gafas que ayuda a personas con baja visión. Como respuesta obtuvo que puede aplicar el tipo reducido del 4%. ¡Y resulta que actualmente hay centros especializados que aplican el 10%!

Vivimos en una época en la que podemos hacer algo para cambiar la sociedad y orientarla hacia un modelo más humano. Y no nos debe asustar el cambio porque sabemos lo que podemos ganar. De hecho, el reto no es cambiar el Mundo, es cambiarnos a nosotros mismos y ver si la suma de todos logra el cambio global.

 

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